Por Alejandro Murciano Brea
Más de 50.000 millones de euros. Esa es la mareante cifra de capital que salió de España durante el año 2022 para pagar la energía que nos da luz o nos calienta. Y esa, a su vez, es una de las principales conclusiones que podemos sacar de la balanza comercial de nuestro país, consultando los informes oficiales del Ministerio de Industria, Comercio y Turismo. En términos agregados, España ha tenido en el último ejercicio un déficit comercial (importaciones menos exportaciones) de más de 68000 millones de euros, 2,6 veces más que en 2021. Cerca del 5% del PIB nacional que voló hacia el extranjero.
El déficit energético, del que hablábamos al principio, se situó concretamente en 52616 millones. No hace falta profundizar mucho para reparar en que es el principal condicionante del agujero que sufre nuestro comercio exterior: explica un 77% del total. La dependencia energética de España, y el abundante uso de combustibles fósiles, sale muy muy caro. Si a eso le sumamos el brutal encarecimiento del petróleo y el gas, la balanza comercial se tiñe de color cada vez más oscuro, y sería iluso pensar en que esto no afecta a lo más cotidiano: facturas más caras para los hogares, implicaciones políticas y ambientales, dificultades para las empresas, etc.
Pero cuando hablamos de cifras como estas, a veces ponerlas en comparación a otras nos da una impresión más realista de lo que suponen. Los cerca de 52000 millones de euros que se nos van en concepto de energía, son más que el presupuesto estatal en educación, sanidad, cultura y desempleo juntos. También equivalen a aproximadamente un 30% del gasto en pensiones. Y son más que el PIB anual que 10 de la Comunidades Autónomas de España. Visto así la inversión en renovables no parece tan cara
Ahora que ya hemos podido saber cuanto importamos y para qué - para gas y petróleo sobre todo-, cabe preguntarse a quien. España exporta el 73,7% a sus socios de la Unión Europea, pero solo importa de ellos el 53,7%. Ahí aparecen otros actores relevantes como Oriente Medio o los países del Norte de África que nos venden gas. Por afinar un poco, en 2022 los agentes económicos españoles transfirieron unos 4300 millones de euros a Arabia Saudí y 8650 a Turquía, naciones con una calidad democrática cuanto menos cuestionable. Además, siendo la energía nuestro principal gasto, es probable que parte del 53% que importamos de la UE es petróleo y gas que ellos compran previamente a terceros países, aunque los datos del Ministerio no lo detallan.
Este compendio de datos vienen a recordarnos una vez más la enorme dependencia exterior que tiene España, sobre todo en materia de energía. Una energía que sin duda está correlacionada con el devenir de la economía, y cuya soberanía es un anhelo tremendamente deseable, por no decir urgente. Habría que preguntar a quienes minusvaloran la transición energética que plan tienen para nuestra maquinaria no termine de gripar.
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