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Los vencedores de la inflación de los alimentos

Por Alejandro Murciano Brea

Decirle a un amigo o a un vecino eso de “qué caro está todo” es ahora es algo más que una simple conversación de ascensor. Los datos revelan que España cerró el año 2022 con una inflación en el IPC del 5,7%. Si bien se moderó en el tramo final, llegó a haber meses en los que la variación interanual alcanzaba las dos cifras. En 2023, aunque la situación estuvo algo más controlada, los precios volvieron a subir más del 3%. Pero si la situación fue ya grave en general, en el mercado de los alimentos se vivió un escenario aún peor. Según el INE, la comida y las bebidas no alcohólicas experimentaron una inflación del 11,6% en 2022, y lejos de aflojar aumentaron otro 11,7% en 2023. El punto álgido se produjo en mayo de 2023, cuando los precios alimenticios crecieron casi un 17% interanual.

Aunque después se moderaron rápidamente, hay que entender que el hecho de que baje la inflación solo hace que los precios suban más despacio, por lo que esas subidas vinieron para quedarse. Además, el 20% más pobre de la población española llegó a tener que destinar el 21% de su gasto mensual en llenar el carrito de la compra, por solo un 12% que empleó el 20% más rico. La explicación convencional a este fenómeno viene del lado de los costes de producción de agricultura y ganadería, que subieron con fuerza y trasladaron esa alza al precio final de los alimentos. Así, las manos más fuertes del sector, que por tamaño no son otras que las de los grandes supermercados, argumentaban que la inflación no era su culpa, y que se habían visto obligados a subir precios para no entrar en pérdidas. ¿Pero son realmente las empresas de gran distribución tan buenas samaritanas?

En la presentación de resultados del 2022 de Mercadona, su presidente, Juan Roig, declaró lo siguiente: “Hemos subido una burrada los precios, tienen razón. Pero hay que hacer sostenible toda la cadena de montaje. Si no hubiéramos subido los precios, hubiéramos generado un desastre en toda la cadena de producción". Sin embargo, en ese mismo año su empresa ganó 718 millones, un 5,5% más. Además, hay una métrica que nos ayuda a ver claramente como ha actuado una compañía, y es el beneficio obtenido por cada 100 euros ingresados. Si Mercadona hubiera hecho todo lo posible por no subir los precios, este indicador habría caído con fuerza. Pero no fue así, ya que en 2021 ganó 2,7 céntimos por euro ingresado, y en 2022 sufrió solo una exigua caída hasta 2,5 céntimos por euro. Así que Juan Roig no subió los precios para evitar entrar en pérdidas, ni para salvar la cadena de producción, sino para defender su margen.

Pero además, 2023 fue un año muy curioso. El 1 de enero entraron en vigor las medidas del Gobierno que reducían el IVA aplicado sobre muchos alimentos. La idea era contener la galopante inflación, pero ya hemos visto que no se logró, y que de hecho fue casi equivalente a la del año anterior. ¿Por qué? Pues porque las empresas de gran distribución aprovecharon para incrementar sus márgenes. En vez de bajar los precios finales los mantuvieron para ingresar lo mismo pero, gracias a la rebaja del fisco, terminar ganando más. El Observatorio de Márgenes Empresariales no tardó en alertar del aumento del margen bruto de la gran distribución, que aumentó un 8% alcanzando los 4.000 millones. Muy paradigmático es de nuevo el caso de Mercadona, que no solo batió ahora si récord en beneficio, superando los 1.000 millones, sino que además pasaron de ganar 2,5 a 3,1 céntimos por cada euro ingresado. O lo que es lo mismo, mejoraron su margen un 24%. Todo en un contexto, como ya decíamos, de +11.7% en la inflación de los alimentos. ¿Aún cuela eso de que no se han forrado con ella?

Siempre es complicado sacar conclusiones con temas tan complejos, pero sí se puede decir que la cadena de producción de alimentos ha dejado varios perdedores en los últimos años. Y unas figuras reforzadas, las de las gigantes de la gran distribución, que han logrado hacerse fuertes. A grandes rasgos creo que la narrativa de 2022 resulta creíble, los costes de producción subieron de golpe y con ellos los precios. Los grandes supermercados no pueden colgársela la medallita de haber obrado altruistamente porque pujaron por mantener sus ganancias, pero al menos no aumentaron márgenes o incluso los estrecharon. Sin embargo, en 2023 hicieron algo mucho más dudoso, aprovechar las rebajas en el IVA para ganar más a costa de los precios. Le duela a quien le duela, así actuaron algunos de los supuestos empresarios modélicos españoles.

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