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Recaudación sin justicia en los tributos municipales

Por Alejandro Murciano Brea

Si algo tienen en común todos los impuestos y tributos municipales de Madrid es que no son progresivos, es decir, no dependen de la renta de quienes los pagan. Sea el IBI, el Impuesto de Circulación o los pagos por las zonas azul y verde, ninguno presenta vinculación alguna con los ingresos del contribuyente. Dadas las cifras, es normal que el ciudadano repare más en los impuestos que aplican a nivel estatal, como el IRPF o el Impuesto de Sociedades. O de los pagos a la Seguridad Social, de los que tanto autónomos como asalariados pueden dar buena cuenta. Pero aunque todos estos tributos tienen desde luego aspectos a mejorar, sí que hay algo bueno que decir de ellos: que son progresivos, o al menos proporcionales. Es decir, que aquel con mayores ingresos tributará con un gravamen mayor, o al menos similar, que quien gane menos.

Esto, lamentablemente, no se puede decir de los pagos que hacemos al Ayuntamiento, que tienen un carácter regresivo. Esto se produce porque ante un mismo hecho o servicio, todos pagan lo mismo. Cosa que parece muy lógica, pero que en realidad conduce a que un rico termine pagando un menor porcentaje sobre sus ingresos que alguien con menos recursos. Por poner un ejemplo, si un trabajador de Villaverde se tiene que desplazar al centro para trabajar, y tiene que dejar su coche en zona azul durante dos horas, abonará lo mismo que si eso mismo lo hace un multimillonario. Sin embargo, mientras que para el primero puede ser un coste importante si se repite varios días, para el segundo será una minucia, un gasto irrelevante dada su renta. Recordemos que los impuestos tienen sentido si sirven, además de para proveer servicios públicos, para redistribuir la riqueza, y parece claro que los tributos municipales no están consiguiendo ese objetivo.

De todos los pagos que le hacemos al Ayuntamiento, el más grande suele ser el IBI, bien conocido para muchos ciudadanos. Este se abona en función de un porcentaje (0,428% para los inmuebles urbanos) que se aplica sobre el valor catastral de la propiedad. Esto nos podría dar la falsa impresión de que es un tributo progresivo, porque quien tiene una vivienda de más valor pagará más, pero no termina de ser así. Y no lo es porque si eres propietario de un piso, abonarás lo mismo tengas la renta que tengas. Por ser muy concretos, ahora que sobre nuestros barrios acechan los inversores que buscan la rentabilidad del alquiler, si finalmente compran pagarán lo mismo que lo que lo haría cualquier vecino. Aunque el primero tenga diez veces más ingresos que el segundo. Aunque el primero lo destine a alquiler turístico y el segundo lo quiera convertir en su hogar. Tanto es así que ni siquiera hay deducción por vivienda habitual, ni una penalización por lo contrario. Aunque la solución no sea fácil, resulta complicado ver justicia en los tributos municipales.

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