Por Alejandro Murciano Brea
Sin embargo, mucho cuidado con olvidar otras cuestiones como el crecimiento económico o el empleo. Lagarde ha subido en 2022 el tipo marginal de depósito y crédito en 250 puntos básicos, medidas que impactan de forma más que directa a cómo se financian familias y empresas. El caso más sangrante por lo social es el Euribor, referente de la mayoría de las hipotecas variables, que en el momento de escribir este artículo rozaba el 3,34%. Duele imaginarse como puede afectar la combinación de ralentización económica y subidas de cuotas hipotecarias a muchos hogares. Y tampoco podemos olvidar como empresas y sector público van a ver encarecida su financiación, con una deuda engordada en muchos casos más de la cuenta por el impacto de la pandemia. Se complica hacer inversiones, púbicas y privadas
No tiene que ser fácil caminar en ese fino alambre que se le pide a los Bancos Centrales, pero escuchar a la presidenta del BCE decir que casi solamente le preocupa la inflación, y que la economía no tanto porque no van tan mal, da poco menos que pavor. Recuerda a, como decíamos al principio, situaciones pasadas que fueron acompañadas de mucho dolor social. La inflación preocupa, por supuesto que sí, pero el BCE no debe obsesionarse con ella y con su objetivo de llevarla al 2% como si fuera lo único importante. Esa meta parece una obsesión, un mantra que seguir a ciegas mientras cierran los ojos ante todo lo que le rodea. El diagnóstico parece claro: la señora Christine Lagarde y sus asesores están próximos a pasarse de frenada, y las consecuencias no van a pasar nada desapercibidas.

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