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¿Es posible fijar precios en los alimentos sin hundir a las empresas de distribución?

Por Alejandro Murciano Brea

Las aguas están agitadas últimamente en el sector de la gran distribución. Al mediático cruce de declaraciones entre Ione Belarra y Juan Roig hay que sumar aspectos mucho más de fondo, como la sombra que cierne sobre una posible fijación de precios de los alimentos. La propia ministra insinuó tal cosa tras sus palabras contra Roig, proponiendo la creación de una cesta básica cuyo valor no pudieran decidir libremente los supermercados.

La reacción no se hizo esperar por parte de la patronal, y las principales asociaciones de empresas de la distribución (como Asedas o Anged), emitieron sendos comunicados de rechazo a esta propuesta. Aluden a que no están para nada viéndose favorecidas por la inflación, subiendo -aseguran- menos los precios finales que los intermedios que les pagan a los proveedores. Además, añaden que su sector entraría en pérdidas en tan solo nueve semanas en caso de fijación de precios. Una aseveración contundente pero que no queda muy claro en qué datos y cálculos se basa (o al menos yo no los he encontrado).


Dada la polémica y lo relevante de la situación, con una carrito de la compra cada vez más caro, cabe preguntarse con que márgenes y beneficios están operando los grandes hipermercados. No es esta una pregunta sencilla de responder, ya que la mayoría de empresas españolas de este tipo no cotizan en bolsa, y por tanto no están obligadas a publicar sus cuentas. De hecho, tan solo lo hace DIA, pero su modelo de franquicias y los problemas económicos que arrastra desde hace años hacen que no sea el mejor ejemplo. Es por eso que vamos a analizar las cuentas de Carrefour, un transatlántico del sector que, como todos sabemos, lleva muchos años operando en España. Como cotiza en la bolsa de Francia, da información bastante detallada, por lo que hemos accedido a su reporte de resultados de los seis primeros meses de 2022 (el más reciente presentado), para intentar arrojar luz sobre esta cuestión.

Así pues, sabemos que Carrefour ganó hasta mediados del año pasado 250 millones de euros, pero sus ingresos alcanzaron los 39000 millones. Entre medias, todos los costes de aprovisionamientos, salarios, intereses, etc. Si nos quedamos con esta visión, si parece que cualquier medida que trastoque los precios a los que la compañía vende puede hacerla entrar en pérdidas, ya que los beneficios finales apenas significan un 0,7% de los ingresos. Pero si vamos más allá, observaremos que la compañía no opera con márgenes tan pequeños.


Nos vamos a detener en lo que la empresa llama "ingreso operativo recurrente antes de depreciaciones y amortizaciones", cuya cifra asciende a 1987 millones de euros. ¿Por qué es importante este dato? Porque representa cuánto está la empresa ganando realmente con su actividad económica. A partir de ese punto, y hasta llegar al beneficio final de 250 millones, lo que se descuentan son gastos financieros -que dependen de como se financia la empresa, y no tanto de cómo evoluciona su negocio- y ajustes contables que no suponen salida de dinero. Sabiendo esto, vamos a suponer que hay una fijación de precios a la baja, abaratando el carrito de la compra un 5%. Podríamos aproximar que la empresa ingresaría unos 37100 millones de € y, descontados los costes corrientes, seguiría teniendo un beneficio operativo de 34 millones.

Este análisis cobra relevancia, y se puede vincular a lo que está pasando estas semanas, al tener Carrefour un mercado relevante en nuestro país. Siendo justos no parece que la gran distribución sea el negocio más rentable de todos los que existen, pero tampoco pueden colgarse el cartel de "pobrecitos" si hacemos revisiones como esta. Están sufriendo la inflación, si, pero al vender productos de máxima necesidad les resulta fácil transmitírsela a los clientes. Una fijación de precios sin control ni criterio puede ser letal para los "super", pero tampoco es algo que se pueda sacar del debate. Su negocio sigue siendo rentable y millonario a día de hoy.

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