La actualidad manda en este comienzo del 2023, y nos toca hacernos eco de ella. El Gobierno español ha decidido eliminar el IVA a los alimentos de primera necesidad (pan, leche) y bajar al 5% el de otros como pasta o aceites. Es posiblemente la medida más notable de un paquete que el ejecutivo ha puesto en marcha para intentar mitigar la fuerte inflación que azota a los hogares, por lo que merece que la comentemos.
Lo primero que hay que decir, es que cualquier bajada en un impuesto como el IVA puede considerarse adecuada desde el punto de vista de la equidad. Se trata de un tributo regresivo, es decir, que repercute en mayor medida a quienes tienen menos renta. Esto es porque a igualdad de consumo (al comprar una camiseta, por ejemplo), un pobre pagará lo mismo que un rico, suponiendo esto un porcentaje mayor sobre sus ingresos. Si además, el IVA que se elimina es el de los alimentos, cuya subida de precios está afectando alarmantemente a consumidores, productores y vendedores finales, podemos aplaudir la medida que se ha tomado.
Sin embargo, no hay que olvidar dos puntos. El primero, que si el enfoque es abaratar el carrito de la compra de las familias, no parece haber en el decreto-ley ninguna obligación de que los vendedores repercutan la bajada del impuesto a los precios de sus artículos. Es decir, un supermercado que vendía barras de pan a 60 céntimos, puede optar por mantener su precio al consumidor pero obtener un mayor margen quedándose esos 2-3 céntimos que ahorran en tributos.
En segundo lugar, la inflación de los alimentos se situaba en el 15,4% interanual en el IPC de noviembre. Es un dato muy superior al IPC promedio el mismo mes, que se moderó hasta el 6,8%. Por lo tanto, incluso asumiendo que los distribuidores bajaran el precio de los alimentos en la misma proporción que lo ha hecho el IVA, parece insuficiente para calmar las aguas y recuperar el poder adquisitivo de los ciudadanos. Así las cosas, la bajada del IVA de los alimentos puede ser una buena medida, pero, ¿suficiente? La sensación es que, como escuché el otro día en la cola de una tienda, "parece que todo sube menos el sueldo".
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